Carlos Mérida

Este creador nació en un momento estratégico para el desarrollo de las artes visuales de Guatemala. Tanto en lo político como en lo práctico se estaban gestando las condiciones para una estética que terminaría abriendo las puertas al modernismo nacional. Durante la gestión de José María Reyna Barrios (1892-1898), un presidente atípico por su sensibilidad, se fortaleció la cultura creativa como nunca en el pasado y como no se ha vuelto a hacer hasta el presente. Actitud que redundaría, iniciándose el siglo XX, en una nueva y potente generación artística que aportaría tanto en lo escénico como en lo plástico con nombres y obras perdurables.

La primera exposición de Carlos Mérida se efectuó en 1910. Hasta donde se tiene conocimiento aquel catálogo se constituyó con piezas de carácter académico. Hacia 1912 es que ya se nota un cambio en su empaste. El retrato que realizara a Carlos Valenti es un buen ejemplo de ello. En aquel año partiría con el citado artista a París para continuar su formación, viaje que vería interrumpido por la Primera Guerra mundial.

A su regreso propondría, junto con Rafael Yela Günther, una plástica basada en elementos relacionados con el folklore cuya estructura se sostendría desde la síntesis de la imagen y su composición plana tanto en lo figurativo como en el color. A partir de ese momento abandonaba definitivamente la visión de sus correligionarios del arte, que quedaría dando vueltas alrededor del impresionismo para dar así el paso definitivo a una plástica de carácter más universalista.

Por razones personales, los terremotos de 1917 y 18, la peste de Gripe Española, la epidemia de tifoidea y los trastornos económicos del país, se vio obligado a trasladarse a la ciudad de México en 1919. Desde allí empezaría, casi inmediatamente y debido a las relaciones alcanzadas en Paris, a exponer en Nueva York y Europa. También desde México mantuvo una relación constante y efectiva con Guatemala.

Durante la década del veinte se adentró en lo que venía explorando respecto a lo folclórico. En la primera gran crisis que enfrentócomo creador rompió de golpe con ello para desembocar en una serie abstracta que, de a poco, le abrió las puertas al surrealismo y para adoptar a partir de allí, en los años cincuenta, lo geométrico. Sin duda ésta forma de expresión le brindó un camino de fertilidad que descolló en los murales del Centro Cívico y varias casas particulares.

La década del setenta lo atrapó revisando y proponiendo desde lo abstracto geométrico. Es en ese momento que regresa de lleno a la gráfica y tanto en la litografía artística como desde la serigrafía propone todo un imaginario en el que la esencia del color maya se funde con intrincadas composiciones planas. Es en este largo lapso que inicia desde los años treinta que comprende y plantea ideas tomadas desde la esencia de la cosmovisión de su pueblo la cual expresó de modo singular. La muerte lo encontró activo y produciendo en México… su corazón se quedó en Guatemala.

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